ARTISTA: | Luis “El Halli”Obeid |
WEB: | Bandcamp |
OBRA: | Aire Líquido |
PLUS: | NO |
FORMATO: | Digital |
SELLO: | Sonido Atmosférico Ediciones |
RELEASE: | Diciember, 2019 |
PAÍS: | Argentina |
¿Cómo empezar una reseña cuando tienes tantos datos que no sabes cuales colocar primero?
Este es uno de esos casos, no sabes qué título ponerle y ya de plano, postergas la escritura, total, tienes muchos datos que podes ir escribiendo mientras la Providencia te ilumina con un título algo más que aceptable.
No es el caso en esta oportunidad, y tampoco lo fue en otros.
El síndrome de la hoja en blanco tampoco se “combate” escribiendo lo que se te va ocurriendo para luego pasar la tijera y la escopeta como lo hacía el viejo William.
Vamos desde el principio.
En Diciembre de 2019 salió editado por SONIDO ATMOSFÉRICO el disco de Luis “El Halli” Obeid, Aire Líquido.
La portada es de lo más llamativa, al menos para mí o para los que conocen algo sobre tráfico “pesado”. Hay un camión del cual solo se ve una parte, el nombre del autor en tipografía de palo seco, normal y color blanco haciendo contraste a la paleta de grises y azules que hay detrás. Me gustan las tipografías de palo seco, generalmente de proporción condensada y las fotografías sucias y recortadas. El disco, me entró desde los ojos.
Es un disco sencillo, corto y de fácil escucha, con paisajes sonoros, manipulaciones sonoras y composición musical no tan experimental a la que estoy acostumbrado. Quizás en este caso, lo bueno no se encuentra en lo que se escucha, sino en lo que NO se escucha.
Luis es parte de los TOMATES ASESINOS, un interesante proyecto que lleva el nombre de una mítica película con un actor mítico en alguna de sus secuelas, y es también de Noetinger, una pequeña población al norte de la ciudad de Leones (la que tiene la Fiesta Nacional del Trigo) que está en Ruta 9 y que, además, está a unos 20 km de Marcos Juárez, ciudad que es la cabecera del departamento, en el sudeste cordobés argentino. Entre las tres ciudades no logran un valor poblacional de 100 mil habitantes.
Aire Líquido, es un monstruo de dos cabezas, una obra de teatro y su respectiva banda sonora, o sea, este disco. La obra, el texto, el nombre, pertenece a una dramaturga y directora de teatro de Córdoba, Soledad Gonzalez. Fui su compositor oficial. Con ella trabajé desde 2002 a 2018 como diseñador del espacio sonoro de las puestas en escenas dirigidas por ella, hasta la última obra que realizamos juntos. Y Aire Líquido es para mí de todas esas obras la más logradas, la que tuvo mucho más protagonismo musical porque había coreografías, había momentos oníricos de solo música, tenía un contenido visual muy fuerte. Fue una buena oportunidad para desarrollar y mostrar todos mis recursos musicales en ese momento. Por lo general cuando uno trabaja en teatro, la música queda en un segundo plano, en este caso, la música estuvo a la par del texto. Decidí que se sostenía por sí misma y es por ello que quise hacer un disco con eso.
Aquí comenzamos a hablar de soundtrack, no es un trabajo compuesto para un medio, sino para un fin. Aire Líquido es el diseño para una obra de teatro. Aquí es donde determinados ejes se cruzan y mixturan. donde el cruce comienza a sentirse interesante.
El proceso fue similar a cualquier proceso compositivo, sentarse a tocar, grabar, cortar, poner, sacar, etc. Pero con un objetivo, un concepto si se quiere: Pensar una música que podría ser hecha por alguien que vive en una casa, al costado de la vieja Ruta 9 frente a una gomería, un músico allí, oyendo las cosas pasar, componiendo música con total libertad. Di por sentado que tenía unas cuantas herramientas, una computadora con un software de edición, un sintetizador, un micrófono y una guitarra. Y con todo ese mundo sonoro, por decir, va moldeando la música. Se puso a trabajar, a hacer música con todo lo que escuchaba, una especie de folklore “inventado”.
Luis “El Halli” Obeid | PH: Joaquín Vega
Nací en Marcos Juárez, lugar donde me hice operador de radio y reseñador experimental. La primera radio que pisé aún sigue en pié y desde el año 90′ hasta hoy, sigo vinculandome con algunos curiosos como yo. Y al igual que ellos, sigo mirando la ruta cada vez que manejo, por si veo alguien conocido haciendo dedo, para poder acercarlo hasta algún lugar más cerca de su casa.
Como es habitual en los pueblos, uno casi que termina siendo pariente, se lo cruzó en algún momento, compartió el mismo concierto o quizás fue vecino sin saberlo. Luis terminó conociendo a unos primos de Noetinger y yo seguramente, me lo crucé en Marcos Juárez, en algún “reci” de Luis Cagnolo o de algunas de las bandas que estaban en los 90′ en ésta ciudad.
El desencadenante del argumento de la obra teatral fueron las horas pasadas en el colectivo que va de Córdoba-Villa María ida y vuelta. El microcosmos de allí, lo que sucede al costado de una ruta, o se imagina lo que sucede, en lo que se ve por la ventanilla, están presente todos los elementos que inspiraron esta historia: el romance entre un camionero y la hija del dueño de la gomería, al costado de la ruta. Por mi parte, cuando Soledad me propone este trabajo, me pareció un buen desafío, fui criado en esos paisajes, soy de Noetinger, durante un tiempo estudie música en Marcos Juárez, curse el secundario en la Técnica de Leones, tocaba la guitarra en Bell Ville, viajé mucho tiempo a dedo entre Leones y Noetinger, digamos que tengo un par de horas al costado de la ruta 9. Sentí que necesitaba construir un paisaje sonoro bastante sólido y que acompañara todo eso, que partiera del mundo sonoro que se puede oír al costado de la ruta pero evitando el cliché, yendo a un lugar más abstracto. Evite el folklore y el cuarteto. El motivo que encendió el fuego compositivo fue descubrir formas de transformar objetos o sucesos sonoros cotidianos en eventos musicales. Por ej, un portazo de la cabina del camión de transforma en el bombo que va a marcar el pulso de la pieza, o un camión pasa marchando y en vez de desplazar una corriente de aire que nos despeina, lo que queda es una acorde, una estela musical flotante en el campo estéreo de ámbos parlantes.
Luis “El Halli” Obeid | PH: Julia Palandri
Escuché este disco en enero, en los húmedos y bipolares días de enero en esta parte de la Pampa húmeda contaminada de soja y glifosato. El disco vale cada nota, tiene fuerza y potencia, es climático y te impulsa a moverte cuando lo escuchas, funciona perfectamente para levantar el ánimo y pasar casi una media hora saboreando estas cosas que creía olvidadas.
Regresé en 2020 a Marcos Juárez luego de residir en Rosario por muchos años y en Santiago de Chile por un corto tiempo. Aún me cuesta saberme en el lugar donde nací. Pero Aire Líquido es una foto de muchos momentos, casi calcados como suenan en el pasado.
En términos prácticos aprendí a manejar muy bien el software con el que trabajo, Ableton Live. Quise recrear la sensación que genera contemplar el paso de los camiones desde un lugar fijo al borde del camino, el viento, el sonido, la arena que se levanta y te abrasa los tobillos y cara. En la búsqueda de recrear esa sensación sonora descubrí herramientas de edición de audio extraordinarias. Me dio experiencia en cosas con las que no había trabajado en ese momento. Desarrollar una obra en la que estuviera mucho más involucrado, fue demandante hacer este trabajo. También trabajé con una coreógrafa llamada Cristina Gómez Comini, hubo varias coreos en la obra, tuve que trabajar compás por compás, ir viendo que estaba pasando, que era lo que se quería, ir armando la escena y la danza que gestaron los autores. Eso fue un buen aprendizaje.
Luis termina con esta frase: “Aire Líquido es música que podría ser creada en Marcos Juárez, creo que pensé mucho en ese lugar y en algún microcosmos musical que veía yo cuando era adolescente. Fue también un poco un homenaje esos lugares, mi adolescencia y la Ruta”.
Si gustan, pueden escuchar el podcast con la reseña en el RUIDO #13.