Hace unos 15 años aproximadamente, buscaba material por encargo en la web, para un colega. Así es como conocí una rara pero muy interesante banda llamada ESQUELETOS.
La búsqueda del material fue muy compleja, no había claro un nombre, no sabía si los datos proporcionados estaban correctos, en orden o fiables. Más allá de confiar en quien encomendaba la tarea, la web no devolvía resultados exitosos y cuando lo hacía, estos eran muy confusos.
Pasó el tiempo hasta que di con una fuente. El software p2p arrojaba un posible resultado positivo. El colega retroalimentaba la ansiedad y me obsesionaba más aún en el desafío de conseguir lo que buscaba, no era ya una cuestión de si estaba o no “disponible”, ya era personal, quería escuchar eso que me habían pedido.
Una espera no tan larga, dió sus frutos. El disco bajó, en una paupérrima calidad aceptable de mp3 a 192kbps (algo lamentable, pero estamos a mediados del 2000, el HD no existía aún, YouTube apenas tenía alojada La Hora Chanante y un puñado de horribles videos y los gatitos no eran una trasnochada ni las estrellas de la web).
Disco en mano. Lo que captó mi atención fue la voz de su cantante, una mezcla de melancolía aguardentosa con lo más llamativo del espíritu derrotista de la canción española ibérica de los 70’. Esa voz mística, se clavaba en mi corazón sonoro para volver una y otra vez, las veces que falta hicieran, para alegrar, transitar o simplemente, pasar el rato. Hasta el día de hoy.
Álbum que fue pasando de recomendación en recomendación, mano en mano, admito que lo copie, duplique, troqué y comercié todas las veces que pude.
Kal Cahoone | PH: John Rumley, 2010
Hoy, Kal Cahoone, esa voz delgada como una copa de cristal, reside en Denver, Colorado, luego de haber viajado incansablemente hasta su maternidad. Esto tampoco le impidió alejarse de la música, el español, la poesía.
En el año 2016 si mal no recuerdo, creo que di con el fanpage de Kal en las redes, ahí comencé a ver su actividad y a saber un poco más de esta mujer con una voz que me llamaba mucho la atención y que se convertía en compañía en soledades y también en muchas reuniones y fiestas.
En 2018 y 2019 visité Valparaíso (Chile), caminé sus calles, sus puertos, escuché la música callejera y disfruté de sus frutos marinos y chorrillanas, sin darme cuenta, caminé las mismas calles siguiendo esa voz de sirena. Con Elena, mi amiga y compinche de muchas aventuras, casi visitamos La Sebastiana, la Casa Museo del escritor Pablo Neruda en Valpo, por alguna cuestión ese día cambiamos de plan, creo que nos fuimos a grabar el mar a Reñaca.
Mientras editaba la nota para hacer el montaje del RUIDO #10, simultáneamente conversaba con un amigo de Santiago, Gerardo Figueroa Rodríguez y le contaba el trayecto de Kal con el español y como es que ella llega a Chile y luego pasa por Argentina. Como un hecho determinado, en un momento único en nuestras vidas, como es la palabra, te cala tan profundo que termina determinando el futuro de tus acciones.
Tal el caso de Kal, que, en la escuela secundaria, en su adolescencia, un profesor le leyó un poema de Neruda, en español. Algo que para ella fue el detonante de su incansable búsqueda en la canción y la música. En sus propias palabras “Me cambió la Vida”. Con Gerardo, había ocurrido algo similar, pero con un comic leído, también en su adolescencia. Las mariposas baten sus inofensivas alas en Siberia y aquí en el otro lado del mundo, el Zonda no para de soplar. La conclusión llegaba que como en determinados momentos coyunturales, tomamos determinaciones que nos “afectan” de formas que no tendrán retroceso, nos guiarán perpetuamente en la búsqueda de un humanismo de las cosas, nos alimentará tanto en la luz como en las tinieblas.
En 2020 le dejo un mensaje a Kal en su página de Facebook indicando mi interés de concretar la posibilidad de una entrevista. Si algunos lujos puede entregar esta profesión, es la poder conversar e intercambiar ideas, palabras, momentos, con quienes uno admira en primer lugar o que considera digno de dar un aporte general al estado de las cosas. Una bendición recibida y que me dió esta profesión, puedo asegurar, nunca entrevisté a persona alguna y salir disgustado por el encuentro, si me he quejado de quienes no hablan, en fin, también soy un viejo quejoso y es parte de otra historia saldada.
Recibí pronta respuesta de Kal y ante mi sorpresa, tenía que elaborar un cuestionario y enviarlo prontamente. La cadena de correos fue instantánea, no sabía que también hablaba español y tampoco toda su historia alrededor del idioma, ya tenía interprete lista y doblajista preparado. No hizo falta.
Y así obtuve tres audios.
Continúa en el RUIDO #11
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