ARTISTA: Griselda Sánchez Miguel.
WEB: Facebook
OBRA: LÍRIDAS: Fonografía de un Momento Fugaz.
PLUS: No.
FORMATO: Digital.
SELLO: No.
RELEASE: Abril 2020.
PAÍS: México.
Hace unos años, confluí con Griselda Sánchez siendo partes del Festival Tsonami de Arte Sonoro, en diciembre de 2017. Recuerdo que su pieza me llamó mucho la atención. Un “mixtape”, aunque collage sería mas preciso, de sonidos extraídos de la RADIO, su pieza, en aquél momento se llamó PALABRANDAR.
Griselda es conocida también por los pseudónimos de Lluvia Obsidiana o Lluvia Mixteca, también es periodista, productora radiofónica y paisajista sonora.
Hace unos días, compartió en sus redes un trabajo fonográfico tan sencillo como profundo, lleno de matices y de muchas complicidades, valorable por su simpleza que esconde matices tan complejos como una lluvia de estrellas en un firmamento apenas opacado por el neón de las lejanas ciudades, en pandemia.
― LÍRIDAS, Fonografía de un Momento Fugaz, fue grabada en abril de 2020, en la sierra de Oaxaca, México. Es una fonografía más allá de un paisaje sonoro, entendido como la captación de los sonidos del entorno. Citando a Tito Rivas “Es un eco prolongado y sostenido de una situación, una porción de tiempo de algo puntual que sucede”. La fonografía más allá de captar un entorno sonoro, de capturar este entorno, persigue compartir la experiencia de quien graba. Es decir, tiene que ver más con la escucha que con el sonido, con un momento, con una situación, y LÍRIDAS, relata una experiencia vivida en el bosque templado de la Sierra Norte de Oaxaca.
La experimentación con sonidos es una tarea muy compleja, en diversas oportunidades pude escuchar la relativización de este acto, forma de investigar o de trabajar con la materia sonora, limitándola a conceptos reducidos, adjudicándoselas a “élites” de artistas o a quienes consiguen un software o un hardware de moda y se disponen a jugar con el nuevo “objeto”. Muy por el contrario, la tarea de experimentar con el sonido es parte de un trabajo complejo, arduo que va más allá de la música, cualquiera sea su etiqueta y que trasciende tantas fronteras como ideas puedas concatenar en una libreta de notas.
La interdisciplina es en esta tarea un factor vital para ello, los experimentadores sonoros de las (ahora intachables e intocables) vanguardias artísticas, tenían muy en claro, que abordar el sonido, solo podía realizarse haciendo una llamada a otra fuente artística, mirando el presente, observando y, principalmente, escuchando. De esa forma, el interés por recrear el entorno, a su propia manera, solo podía lograrse con esfuerzo y horas de trabajo, empatizando con la coyuntura, siendo parte del contexto, asumiendo un rol.
― Esta pieza forma parte de un proyecto más extenso, de investigación de doctorado que estoy cursando en Desarrollo Rural. El tema de investigación se llama “Canto a la Lluvia, Construcción de Territorios Sonoros”. En ella, exploro los sonidos que son característicos de un lugar, que forman parte de la identidad de los habitantes de un entorno y sobre todo, problematizando ¿qué sucedería si estos sonidos mutan o en casos extremos desaparecen?
Desaparecen por la entrada de proyectos extractivos como la minería o la deforestación de los bosques.
La comunidad donde estoy realizando esta investigación, se encuentra amenazada por la concesión minera de sus tierras, también por un avance en la explotación del bosque. Es así que pasé varias temporadas haciendo trabajo de campo y registrando el entorno sonoro de los diferentes espacios que dan sentido a su vida de forma comunitaria. Y con el tema de la pandemia que ahora azota al mundo, pues, me quedé mucho más tiempo haciendo trabajo en la comunidad. Las comunidades indígenas como medida de protección han cerrado el paso, haciendo filtros sanitarios para poder protegerse y entonces, también estamos en un periodo de siembra en que las familias se van a los diferentes ranchos a sembrar y sobre todo en este momento de certeza en el que no solamente está en juego la salud, también la alimentación de las personas, que hay un golpe económico para la gente, es que las familias han decidido seguir preservando con mayor fuerza sus formas de siembra y cultivo, estamos en la montaña, en temporada de siembra, en temporada donde no hay luz, señal de teléfono, rodeados de árboles de pino, de encino. Y a la vez de estar ayudando y aprendiendo la siembra de la Milpa, también estoy registrando los sonidos del bosque, sobre todo en las mañanas, los amaneceres, esto es el contexto en el que me encuentro grabando.
La Fonografía Persigue Compartir la Experiencia de Quien Graba
― Yo me encontraba en la montaña, en la Sierra Norte de Oaxaca cargando mi grabadora a todas partes cada vez que ayudaba con la siembra de la milpa con una familia campesina, también aprovechaba de hacer los registros de los paisajes sonoros. Muchas veces cuando registro, salgo a caminar y trato de capturar sonidos que me llamen la atención, pero últimamente me interesó más hacia la contemplación, puedo sentarme en un lugar y esperar a ver qué sucede, dejar la grabadora encendida y esperar que algo ocurra, a que algo me sorprenda sin estar buscando tanto. Puedo combinar esas dos cosas, caminar e ir ubicando si están sonando algunos pájaros, ardillas, un animal por ahí, algún sonido que sea característico, ir buscándolo o solamente sentarme y contemplar, esperar a que suceda. Así es como fue el proceso de construcción de LÍRIDAS, nada complejo realmente, en el que solo encendí la grabadora y nos fuimos caminando en el bosque, en la noche. Si había una intención, en la direccionalidad de los micrófonos, en los que me gusta escuchar las pisadas, las hojas de los pinos y encinos, me gusta que esté una plática (charla) en el fondo, puedo poner el micrófono más cercano a un primer plano en el que se escuche mucho mejor como cae el aguamiel, que es el líquido que sale del Maguey. Puedo mover los micrófonos, pero solamente dejando que las cosas sucedan. Nos sorprendió, eso sí, un momento mágico en el que, sin saber, nos tocó presenciar una lluvia de estrellas, la caída de un meteorito, una lluvia de meteoros y fue captado así, como si fuera una fotografía, pero en sonido. Hay diferentes elementos narrativos que tienen que ver con la voz y que nos sitúan en una fecha en un lugar, en un momento. Después, es una caminata que en realidad dura aproximadamente 1 hora desde el punto de salida hasta su llegada y donde se desarrolla toda la historia. Difícil que alguien mantenga la escucha durante tanto tiempo, entonces realicé una edición en el que recorté hasta dejar en 17 minutos esta fonografía, para que pueda ser escuchada en forma ágil. Cortando los momentos que a mi criterio me sonaron más interesantes. Eso, es parte del proceso.
A medida que entramos en LÍRIDAS, vamos asumiendo ser parte de ese recorrido que estamos escuchando. Ser unos caminantes más en ese paseo de montaña cuesta arriba. Sabemos que día es, escuchamos el crepitar de las hojas, el viento que acaricia la copa de los pinos y encinos, nos asombramos cuando levantamos la vista hacia el cielo y vemos la primera estrella fugaz y la consecuente lluvia de meteoritos. También dejamos descansar nuestro oído en el silencio para escuchar las respiraciones, las brisas, los mínimos movimientos de pies y el rozar de los brazos en la ropa. Somos parte de un entorno y como parte del contexto, somos parte de esta obra.
― Creo que el paisaje sonoro es un elemento importante para poder narrar, en efecto, a través de los sonidos del lugar, podernos ubicar en un contexto, en un tiempo, en un lugar, brindarnos ciertos elementos con la voz para saber la tonalidad de las personas que están ahí, del ambiente en el que se desarrolla esta pieza, en el que nos podamos imaginar y transportar hacia ese lugar acompañando al que graba, poder formar parte de esa pieza.
― Creo que LÍRIDAS me enseña y que también es por ese motivo que quise compartirlo no solo con amigos, también con quienes puedan dar difusión y es que estamos muy agotados de noticias muy difíciles, de lo que está sucediendo con el COVID-19. Estamos agotados, llenos de miedo, con incertidumbre y quería compartir algo que estaba viviendo en la montaña, que es bien distinto a lo que se vive en la ciudad y que tiene que ver con la relación con la tierra, la alimentación, la energía de este universo y que fuimos muy afortunados de poder presenciar esta lluvia de meteoritos, esta lluvia de estrellas, sin saber o tener conocimiento de ella, a pesar de haber sido anunciado en las redes y en los medios. Nosotros estábamos totalmente desconectados y solamente nos tocó ser parte de éste momento mágico y eso es lo que yo quise compartir, sonidos de la naturaleza que creo que son sonidos que nos ayudan a transitar estos momentos, es una pretensión y espero que así sea. También reflexionar acerca de que nosotros somos unos tripulantes más, en esta nave llamada Planeta Tierra, que a la vez gira y se mueve en un universo tan gigante, que somos parte integral de la trama de la vida. Una trama constituida por seres visibles e invisibles, por hongos y bacterias, de esas que ahora tenemos tanto miedo y que ellas también forman parte de este universo infinito lleno de energía. Hay algunos grafitis en la calle que dicen “Las estrellas fugaces dicen que los fugaces somos nosotros” pues así, ese es el aprendizaje y eso es lo que quise compartir con esta fonografía.
Si gustan, pueden escuchar el podcast con la reseña en el RUIDO #07.
Gracias Grise, por tanto.